“Y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera. ” 1ª Tesalonicenses 1:10.
Las epístolas a los hermanos de Tesalónica, están impregnadas de reiteradas referencias a la venida de nuestro Señor Jesucristo. El Evangelio entró en sus corazones en medio de gran aflicción, y la esperanza por ver el rostro de Jesús fue su sostén en la hora de la prueba. La Esperanza de sus corazones, produjo en ellos una creciente respuesta espiritual, que resultó en un notable testimonio, tanto para el apóstol, como para las iglesias de regiones vecinas. En el primer capítulo de esta carta, es posible reconocer, al menos, tres evidencias de tal Esperanza: La obra de la fe, el trabajo del amor y la constancia en la esperanza. Aquellas evidencias, nos servirán de referencia segura, para permanecer activos en los propósitos del Señor, en la antesala de su segunda venida.