“…y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”
(Miqueas 5:2).
Probablemente estas palabras nos resulten un tanto difíciles de ser comprendidas y no formen parte de nuestro uso común. Sin embargo, el objetivo de este breve estudio es presentar las veces en que Dios se manifestó de forma personal al hombre, desde los tiempos de la antigüedad.
A estas manifestaciones se refiere el uso de las palabras Teofanía y Cristofanía. Ambas revelan una aparición visible o audible de parte de Dios hacia el hombre. Cuando la visita de Dios se torna personificada en apariencia humana, ésta se asocia a una manifestación específica de Cristo pre-encarnado, vale decir, antes de su encarnación presentada en los Evangelios.
I. Teofanía
Es una manifestación de Dios tangible para los sentidos humanos. A continuación mencionamos algunos ejemplos:
Éxodo 3:2-4:17 Dios apareció a Moisés en la forma de una zarza ardiendo, diciéndole exactamente lo que Él quería que hiciera.
Éxodo 24:9-11 Dios apareció a Moisés con Aarón y sus hijos y setenta ancianos.
Job 38-42 Dios le respondió a Job de una tempestad y habló largamente en respuesta a las preguntas de Job.
Génesis 12:7 Dios se apareció a Abraham a su llegada a la tierra que Dios le había prometido a él y a sus descendientes.
A menudo, el término “la gloria del Señor” refleja una teofanía, como en Éxodo 24:16-18; “la columna de nube” tiene una función similar en Éxodo 33:9. Una frecuente introducción para las teofanías puede verse en las palabras “descendió el Señor”, como en Génesis 11:5; Éxodo 34:5; Números 11:5 y 12:5.
II. Cristofonía
Cuando la Teofanía hace alusión directa a la manifestación de Dios en personificación humana, hablamos de una Cristofanía.
El texto base del libro del profeta Miqueas nos habla de la pre-corporeidad de Cristo (antes de tener cuerpo), cuyo origen era desde tiempos indefinidos, antes de que se creara cualquier cosa. Y seguidamente nos sugiere que éste ha visitado la tierra antes de que fuese revelado en su encarnación. De hecho, el término salidas (Hb. mowtsa’ah) deriva su origen del vocablo hebreo “mowtsa” que significa expresión.
Estas “expresiones” o “salidas” de Dios, de alguna manera, reflejan cómo Dios se relaciona con el hombre por medio de la Persona de su revelación: Cristo Jesús.
Observemos algunas referencias:
Génesis 18:1-33
Un día, Abraham tuvo visitas: dos ángeles y Dios mismo. Él los invitó a entrar a su casa, y él y Sara los atendieron.
Génesis 32:22-30
Jacob luchó con alguien que parecía ser un hombre, pero realmente era Dios (vv. 28-30).
Deuteronomio 31:14-15
Dios apareció a Moisés y Josué en la transmisión del liderazgo a Josué.
Daniel 3:23-25
Sadrac, Mesac y Abed-nego, fueron acompañados por un cuarto varón en el horno de fuego. Su vida fue preservada por la presencia de aquel cuyo aspecto era semejante a “hijo de los dioses”.
El ángel del Señor
Algunos comentaristas bíblicos creen que, cada vez que alguien recibía una visita del “ángel del Señor”, éste era, de hecho, el Cristo pre-encarnado. Vemos estas apariciones en Génesis 16:7-14; Génesis 22:11-18; Jueces 5:23; 2 Reyes 19:35; y otros pasajes.
En el Nuevo Testamento
Si bien Jesús se presenta como un verdadero hombre y verdadero Dios en los evangelios, los eruditos consideran que su aparición, posterior a su resurrección (Marcos 16:12 y Lucas 24:13-35) como una manifestación particular de Cristo en el Nuevo Testamento.
III. Conclusión
Cada Teofanía, en que Dios adopta una forma humana, prefigura la encarnación, donde Él tomó la forma de un hombre para vivir entre nosotros como Emanuel – “Dios con nosotros” (Mateo 1:23). Estas menciones solo confirman que la revelación de Dios está en el Hijo, pues Él es la imagen misma de su sustancia y el resplandor de su gloria, y Él le ha dado a conocer (Hebreos 1).
Note en la mayoría de éstos pasajes citados, la presencia de la expresión “apareció Jehová” que utiliza nuestra versión Reina Valera 1960; este término en lengua hebrea significa literalmente “tornarse visible”.