La familia según el corazón de Dios

En el capítulo 2 del evangelio de Juan, versículos 1 al 11, hallamos el relato de la participación del Señor Jesús en las bodas de Caná de Galilea. A través de este pasaje, es posible observar algunos asuntos y principios espirituales de alta importancia para la vida matrimonial y familiar.
Juan 2:1-11. Efesios 5:24-25

En el pasaje de Juan 2:1-11, vemos el relato de las bodas de Caná de Galilea. A través de este pasaje es posible señalar algunos principios espirituales que son vitales para la vida matrimonial y familiar.

Es interesante notar el hecho de que Jesús inicia su ministerio público en una fiesta de bodas. Al igual que en el relato de la creación en Génesis, Dios inicia todo con una boda. Por medio del matrimonio, el propósito de Dios es expresar su carácter, su gobierno, a toda la creación.

Al unir ambos pasajes, hallamos un principio espiritual: en primer lugar, el matrimonio tiene que ver con el propósito de Dios, y no con nuestra satisfacción personal. Si invertimos esto, podemos fracasar. Hoy, vemos muchos matrimonios que, sin estar divorciados, están íntimamente lejos uno del otro: el amor y el gozo ya se fueron.

El relato muestra una crisis: el vino se acabó. Espiritualmente, esto significa que la satisfacción, la alegría del matrimonio, se extinguió. Satanás tiene gran interés en destruir el matrimonio, pues así estorbará el propósito de Dios.

La vida de iglesia es una expresión de lo que vivimos en casa, en la intimidad de la familia y de nuestro matrimonio. Todo se inicia en el hogar: avivamiento, comunión, realidad espiritual. Si la iglesia está enferma, es porque los matrimonios están enfermos.

Jesús fue convidado a aquella fiesta. Necesitamos convidar al Señor para que ocupe el principal lugar en nuestro hogar. ¿Está él en nuestros matrimonios? ¿Será que amamos a nuestras esposas como Cristo a su iglesia? ¿Se sujetan las esposas a sus maridos, como la iglesia lo hace con su Señor, o están buscando una vida independiente?

El Señor ordenó la relación matrimonial, y necesitamos asumir el papel correcto del marido y de la esposa. Necesitamos buscar el socorro del Señor, para hacer todo lo que él nos diga, y ser llenos del vino nuevo, del Espíritu Santo, y así poder cumplir el propósito divino en nuestras vidas.

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