Un llamado para reedificar (Parte V): La presencia de Dios en su Casa

La presencia de Dios es vital en medio de su pueblo. Si él no está allí, todo pierde su valor. En el libro de Hageo, el Señor llama la atención hacia sí mismo, y no hacia aquellos objetos que lo simbolizaban. Este es el mismo llamado que él hace hoy a la iglesia: que busquemos su presencia gobernando todo, su gloria llenando todo y su santidad en medio de su Casa.
Hageo 2. Éxodo 33:15. Isaías 6. Efesios 1:3. Juan 17:24. Rom 3:23-26

El relato de Hageo hace un contraste entre la gloria del primer templo y la gloria futura del poster templo. La gloria primera se encontraba, principalmente, en las cosas externas, en los objetos o utensilios que había en el templo. La majestuosidad del templo era admirada no solo por Israel, sino que también por los pueblos y reinos vecinos.

Israel había pasado de admirar la gloria de Dios a ensalzar la figura externa del templo. El templo primero contenía el arca de la alianza, el fuego sagrado, el altar, el candelabro, entre otros elementos sagrados, pero ahora todo estaba en ruinas. Es aquí donde Dios les promete algo más glorioso: su presencia misma entre ellos, cumpliendo el pacto dado a Israel cuando estaban en el desierto.

Moisés, antes de continuar el camino hacia Canaán, le dice a Dios que es preferible no seguir adelante ni siquiera entrar en la tierra prometida si el Señor no va con ellos. ¿Será también éste nuestro deseo? ¿Su presencia entre nosotros será suficiente, más que los beneficios o bendiciones?

Tres rasgos se ponen de manifiesto cuando el Señor está entre su pueblo: su soberanía, su gloria y su santidad. El Señor es soberano; él tiene el gobierno absoluto sobre todas las cosas; nada escapa a su voluntad. Él gobierna y ordena todo. Si él no ejerce el gobierno en nuestras vidas, entonces corremos el riesgo de estar nosotros mismos (nuestra carne) gobernando nuestro destino. Necesitamos que él reine sobre nosotros. Estamos seguros que en medio de la adversidad que nos rodea, él permanece inconmovible en su trono. No temamos, porque nuestro Dios todopoderoso reina.

Luego, tenemos su gloria. Ella conlleva el carácter de Dios mismo. Nuestras palabras no alcanzan a precisar el significado de su gloria. Un hermano define la gloria como la exhibición de los atributos y perfección divina, el resplandor de Su presencia.

A partir de esta definición, se puede deducir que, si la Casa está llena de la gloria de Dios, a causa de su presencia en ella, sería posible ver en esta Casa, la iglesia, la expresión de los atributos y perfección de Dios. La iglesia es llamada a anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable, a anunciar la multiforme sabiduría de Dios, a alabar la gloria de su gracia manifestada en la redención nuestra.

Nuestra salvación es un asunto relacionado con la gloria de Dios. Podemos ver algunos versículos que orientaran nuestra comprensión sobre este asunto en Efesios 1:3; Juan 17:24 y Romanos 3:23-26.

¿Cuánto anhelamos su gloria hoy? Anhelémosla y deleitémonos en ella. Que su gloria llene su Casa en estos días postreros, a fin de que tenga cumplimiento su Palabra entre nosotros. La gloria postrera será mayor que la primera, porque Cristo es quien llena de gloria su Casa, siendo él la gloria misma de Dios. Amén.

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