Una historia de amor en tiempos de apostasía

En el mismo tiempo en que la apostasía de Israel se levantaba (período de los Jueces), el Señor, en su soberanía, muestra en el libro de Rut su propósito eterno para con su pueblo – la unión con Cristo.
Apoc. 2:4; 2 Tes 2:3. Rut 1:22; Ef. 2:1-2; 2: 12, 19. Rut 2:3, 8-9; Ef. 1:4; 1 Jn 2:15. Rut 3:2-3, 18; Ef. 5:26; 5:18; 4:24. Rut 4:1, 13; Ef. 5:32.

La apostasía de la cristiandad en el tiempo presente es un hecho que ha de ocurrir antes de que el Señor se manifieste en su segunda venida (2a Tes. 2:3). Apostasía es separarse del Señor, y no solo separarse, sino hacerlo con deslealtad, esto es, divorciarse de manera anticipada del Amado de nuestros corazones.

Israel es un fiel reflejo de esto. Teniendo Canaán como heredad, como un regalo del Señor, ellos no entendieron el propósito de su llamado, lo que los llevó a no expulsar a sus enemigos de la tierra y, como consecuencia, vivir apostatando de manera reiterada. Una y otra vez se separaban del Señor.

Este es el periodo de los jueces. En la Escritura encontramos juntos el libro de los Jueces y el de Rut, un arreglo maravilloso del Espíritu Santo, no solo por el hecho de estar uno al lado del otro, sino porque estos hechos ocurrieron en tiempos simultáneos.

Jueces nos habla de la batalla espiritual y Rut es un libro de amor, que nos habla de la unión con Cristo. En la medida que nuestros ojos van siendo abiertos y podemos contemplar la grandeza de nuestro llamamiento, seremos vencedores en cada una de las batallas espirituales en la tierra a la cual hemos sido llamados.

El libro de Rut tiene su paralelo de manera muy maravillosa en el Nuevo Testamento con el libro de Efesios, que explica espiritualmente el contenido del libro de Rut. Cada capítulo del libro de Rut tiene un énfasis y un escenario que nos permiten entender de una manera más clara el propósito del libro, que nos habla del progreso de la relación entre Booz y Rut, Cristo y la Iglesia, esto es, la unión con Cristo.

Rut 1:22 nos muestra el énfasis en Rut la moabita, y el escenario es la tierra de Moab. Rut es una mujer viuda, sin esperanza, gentil, extraña a los pactos de la promesa. Efesios 2:12 declara que la condición de Rut es la misma que teníamos nosotros antes de conocer a Cristo, nuestro Booz.

Luego, en el capítulo 2 versículo 3, tenemos a Rut la espigadora, y como escenario, el campo de Booz. La Biblia de Jerusalén muestra que, para Rut, su llegada a los campos de Booz fue casual. Pero el Espíritu Santo deja en claro que, aunque para ella lo sucedido fue una casualidad, para Dios no lo fue. Paralelamente, Efesios 1:4 nos muestra que fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo, es decir, el Señor nos esperaba en sus campos desde la eternidad. Allí vemos su propósito, el puro afecto de su voluntad.

Es importante ver el ruego de Rut por recoger espigas. Su esfuerzo tiene su recompensa, y se encuentra con el dueño del campo, quien es el que provee. Las espigas nos hablan de la palabra del Señor. El ruego del creyente es ser alimentado y consolado por ella, para finalmente encontrarnos con Cristo, quien es realmente aquel que nos alimenta y nos consuela. Aún más, el hecho de que Rut esté con Booz, le permite a ella alimentar a Noemí. Esto es un fiel reflejo de que, cuando nos encontramos con Cristo y somos alimentados por él, podemos alimentar a otros.

Estos son los campos de Booz, quien pide a Rut no apartarse de ellos. Aún más, le pide que se quede allí con sus siervas. ¿Qué significa esto? “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”. Si vamos a espigar en otros campos, estamos desechando el campo de Booz, desechando al mismo Señor, y la apostasía está a la puerta, porque estamos separándonos de Cristo con deslealtad.

En el capítulo 3, vemos otro escenario, “la era de Booz”. Rut se acerca a Booz de noche por solicitud de Noemí, lavada, ungida y vestida para estar a sus pies. Es así también nuestro llamado: lavados por la palabra (Ef. 5:26), ungidos por el Espíritu Santo (Ef. 5:18), y vestidos de Cristo (Ef. 4:24), para venir a los pies de nuestro Señor.

Cuando Rut descubre sus pies aquella noche, Booz se despierta y pregunta: “¿Quién eres?”. Ella responde: “Soy Rut, tu sierva”. Ese es el énfasis de este capítulo. Solo los que saben estar a los pies del Señor pueden ver el rostro del Amado.

Finalmente, en el capítulo 4, el progreso es notorio y culmina. Vemos que, desde aquella noche en que Rut se acercó a Booz, él no descansó hasta que, en la puerta de Belén, él cerrará este asunto. ¿Cuál asunto? Desposar a Rut (Ef. 5:32). Cuán maravilloso y sublime es Su propósito – Cristo y la iglesia.

Cuando este propósito se ha diluido en nuestras vidas, entonces nosotros dejamos al primer amor. Mas el Señor nos dice: “Yo soy tu prometido, espiga en mis campos. Quédate aquí con mis siervos, lávate, úngete, vístete de tus mejores vestidos, ven a mis pies. Y, si has pecado, arrepiéntete y yo te restauraré, te mostraré mi rostro y serás salvo”.

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