Vida cristiana en los lugares celestiales

Muchas de las deficiencias actuales de la iglesia radican en la ignorancia de las realidades celestiales y espirituales más elevadas. La iglesia precisa volver su mirada a su Sumo Sacerdote. Nuestra salvación envuelve muchísimo más que solo ser libres del infierno. Al ser salvos, se produjo un cambio de estado, pues éramos hijos de ira y ahora somos hijos de Dios; y además, un cambio de posición, de estar muertos en delitos y pecados, a estar sentados juntamente con Cristo en lugares celestiales. Nuestra relación con Cristo hoy no es ya como Salvador del pecado, eso ya fue consumado. Hoy él es nuestro Sumo Sacerdote, quien trata con nuestras flaquezas.
Efesios 2:6; Colosenses 3:1-3; Hebreos 10:19-25

El estar sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús, impelidos a buscar las cosas de arriba, sabiendo que tenemos un fiel Sumo Sacerdote sobre la casa de Dios, son verdades muy profundas y esferas de realidad espiritual muy elevadas, tocantes a nuestra naturaleza celestial. Llegar a ellas y apropiarnos de las mismas logrará necesariamente transformarnos, tanto individual como congregacionalmente.

Muchas de las debilidades actuales de la iglesia se deben a la ignorancia acerca de estas verdades y lamentablemente, de este modo, es posible aún vivir en la carne, como cuando Abraham, aun teniendo promesa sobre sí y su descendencia celestial y terrena, oyendo a Sara, decidió usar su propio camino para llevarla a cabo.

Efesios nos dice que Dios nos hizo sentar con Cristo en lugares celestiales, vale decir, es una obra ya efectuada, con resultados permanentes. El engaño de Satanás hoy consiste en despojarnos de nuestra percepción de naturaleza celestial, para poner nuestra mirada meramente en lo terreno, como también nos exhorta Colosenses, señalando condicionalmente: “”Si, pues, habéis resucitado con Cristo…””.

A la verdad, toda la obra de Cristo, mediante el Espíritu Santo de Cristo glorificado es nuestra. Nosotros morimos juntamente con él, resucitamos con él, fuimos sentados con él en los lugares celestiales. Somos llamados a buscar las cosas de lo alto y a mirar todas las cosas desde la perspectiva celestial.

Debemos saber y apropiarnos de que nuestra vida está escondida en Cristo, ¡Qué frase preciosa es ésta! ¡Cuánto poder envuelve y cómo hace huir a las tinieblas! Dios no ve al pecador, ve la sangre de Su Hijo, vertida tal como ocurrió con la sangre de los corderos en la noche del Señor para el pueblo judío.

Por último, en Hebreos se nos habla acerca de nuestro gran Sumo Sacerdote, Cristo, quien con una sola ofrenda nos hizo perfectos, aceptos, con libertad de habitar en el Lugar Santísimo, en los lugares celestiales.

Nuestra relación con Cristo no es solo como Salvador. Eso ya ocurrió. Él trató con nuestros pecados definitivamente; pero hoy, como Sumo Sacerdote, él trata y nos auxilia en nuestras debilidades.

La exhortación de la Palabra es a no dejar de congregarnos con él. La comunión con nuestra Fuente lo es todo, y es en ella, con plena consciencia acerca de nuestro gran llamamiento, que vendrán días gloriosos de visitación de parte del Señor para la iglesia.

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