Rut, figura de la Esposa Celestial – Capítulo 3:1-4: “Te lavarás… te ungirás, y vistiéndote… irás a la era”

Una vez que Booz ha tomado la iniciativa de aventar el grano, Rut ha de prepararse para ir a la presencia de Booz. Esta virtuosa mujer representa fielmente a aquellos quienes, como Novia ataviada, se purifican por causa de la esperanza del día de Cristo.
Rut 3:1-4; 2 Tesalonicenses 2:1-3, 13-14; Efesios 4:13; 4:24,5:26; Juan 4:34, 14:23, 18:11; 1 Juan 2:27; 3:3; Apocalipsis 19:7; Romanos 13:14; Mateo 16:18

Rut es un testimonio de esperanza en tiempos de apostasía. En ella se ha gestado el amor por un varón en cuyo campo ha estado espigando. En el capítulo 2 de este libro, Rut está en los campos de Booz como una figura de “nosotros en Cristo”; sin embargo, en el capítulo 3, es Booz quien está en el corazón de Rut, recordándonos a “Cristo en nosotros, la esperanza de gloria”.

El apóstol Juan nos dirá que: “Todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo” (1 Juan 3:3). Precisamente, las palabras de Noemí apuntan a esta disposición voluntaria de preparación: “Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era” (Rut 3:3).

El acto de lavarse, es un acto de amor, mediante el cual se otorga la más alta preeminencia a la palabra de Dios. Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra guardará” (Juan 14:23), porque la iglesia es purificada “en el lavamiento del agua por la palabra” (Ef. 5:26).

Junto con esta acción, es necesario ungirse de modo voluntario; ésta es una actitud de búsqueda por el ministerio del Espíritu Santo, para apropiarnos de las realidades espirituales que envuelven las abundantes riquezas de la gracia de Dios (1 Juan 2:27). Consecuentemente, hemos de ser vestidos de lino fino (Apoc. 19:7), del nuevo hombre (Ef. 4:24), del Señor Jesucristo (Rom. 13:14). Entonces podemos ir a la era.

Sin embargo, hay una consideración previa: “No te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber”. Necesitamos esperar por el Señor, porque la iglesia gloriosa es consecuencia de la obra consumada de Cristo. Nuestro atavío es una reacción a la plenitud de la obra del Señor Jesucristo en la cruz. “Comer” (Juan 4:34) y “beber” (Juan 18:11) son explicados por el apóstol Juan como el pleno cumplimiento de la voluntad del Padre en la persona del Hijo. Tan real como la obra consumada de Cristo, es que él obtendrá aquella Novia celestial.

Finalmente, Rut ha de acercarse a los pies de Booz pidiéndole que extienda sobre ella su manto, para que se unan en matrimonio. Esta actitud representa los anhelos por Cristo que han de ser revividos en la iglesia del último tiempo. Una intensa hambre por la presencia del Señor será la nota predominante del despertar de la Novia antes del regreso de Cristo, tal como cuando María buscaba a Jesús en el día de la resurrección.

El relato culmina con palabras de consuelo de parte de Noemí: “Aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy”. Jesús ha dicho: “Edificaré mi iglesia”. Sus palabras firmes alientan nuestra esperanza y estimulan nuestra voluntad. Cristo no descansará hasta que obtenga su pleno propósito entre sus santos, y él espera de nosotros ser colaboradores de vanguardia para la obtención de este glorioso anhelo divino.

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