Noemí y Rut regresaron a Belén una vez que oyeron de la visitación del Señor a su pueblo (Rut 1:6, 16, 22). Esta decisión conmovedora es la luz de esperanza en medio de un escenario de apostasía generalizada en Israel. La decisión de Rut tipifica el camino del arrepentimiento, cuyo fin es seguir al Dios de Noemí. Es digno de destacar que aquello que atrajo el corazón de estas mujeres, haya sido la visitación del Señor. ¡Necesitamos nuevamente una visitación del Señor en medio de la iglesia! Una visión renovada de las glorias de Cristo resplandeciendo en nuestros corazones.
El Señor espera que oremos tal como oraba Asaf: “Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora: mira desde el cielo, y considera, y visita tu viña” (Sal. 80:14) “¡Restáuranos, haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos!” (Sal. 80:3, 7, 19). “Así no nos apartaremos de ti; vida nos darás, e invocaremos tu nombre” (Sal. 80:18).
Esta es la misma oración que hizo Moisés en un contexto dramático (Éx. 33:13-14,18). Aarón había atendido a las súplicas de un pueblo apóstata, elaborando un becerro de oro y disminuyendo la realidad de su relación con Dios a objetos acomodados a su medida (Éx. 32:1-5). Del mismo modo, en nuestros días, el pueblo de Dios corre el riesgo de conformarse con una experiencia mediocre del Evangelio, acomodada a las limitaciones de lo que pueda fabricar con sus propias manos, luego de haber perdido la visión de la gloria del Señor. Por este motivo Moisés agrada el corazón de Dios, al rogarle que le muestre Su camino (para conocerle) y su gloria. La respuesta del Señor fue comprometer su presencia con Moisés. Igualmente hoy, Él anhela otorgarla a quienes clamen por conocer su camino y su gloria.
Volviendo al relato de Rut, en el segundo capítulo encontramos la introducción de un nuevo personaje: Booz. Él es el punto de inflexión de este relato. Su presencia le otorga el mayor sentido a todo este drama de amor. Sin él, el desarrollo del relato hubiese quedado limitado. Booz es figura de las glorias de Cristo, su nombre significa “en él está la fuerza” y él es el “hombre rico” (Rut 2:1). Él es un tipo de las “inescrutables riquezas de Cristo”, de las “riquezas de su gracia” y las “riquezas de su gloria”. Una vez que iniciamos el camino del arrepentimiento, somos conducidos a la contemplación de las glorias de Cristo, como el centro de nuestros afectos, atenciones y motivaciones.
¡Iglesia, recuerda: en Él está la fuerza! ¡Que Dios nos conceda una visión renovada de la “supereminente grandeza de su poder… según la operación del poder de su fuerza…”! (Ef. 1:19). Nuestro Señor Jesucristo es el único que puede salvarnos, por la potencia de su gloria, de nuestra negligente condición actual, de nuestra dificultad para reaccionar a su palabra y de la carencia de realidad espiritual en nuestras asambleas.
Finalmente, el propio Booz considera la vida de Rut, al preguntarle a su mayordomo: “¿De quién es esta joven?” (Rut 2:5). En este pasaje podemos encontrar una marca que el Señor busca en nuestros corazones: El sentido de pertenencia. La iglesia está compuesta por los “llamados a ser de Jesucristo” (Romanos 1:6), fruto de la oración sacerdotal de Jesús en Juan 17:24, cuando ruega al Padre por “aquellos que me has dado” (un presente de Dios para su Hijo, que nos deja profundamente asombrados del valor que nos ha otorgado). “Quiero que donde yo estoy, ellos también estén” (Este es el Camino del Señor, que podamos estar donde Él está), “para que vean mi gloria” (Esta es la respuesta contundente al ruego de sus siervos por la contemplación de la gloria del Señor).
¡Rogamos, Señor, por tu visitación, para que nos muestres tu camino y tu gloria, atrayéndonos a ti, volviéndonos al primer amor! Amén.